(Las malas noticias de un acuerdo)
EL MOMENTUM.- El Caso Odebrecht ha traído muy buenas noticias a la ciudadanía en general y a la oposición política en particular, pero con él también llegan malas noticias, grandes desafíos para esa oposición. Y es que puesto al desnudo una parte importante de nuestro sistema de corrupción político-empresarial, (con el PLD como principal responsable por ser gobierno desde 2004), es la hora de que la oposición aproveche el buen Momentum para, como en los amores impertinentes, no solo ganar la batalla de los cuerpos o el poder, ay, sino también ocupar la plaza.
CADA QUIEN EN LO SUYO.- Suicidadas las ideologías, huérfano de Dios y de Marx el ciudadano, aquí cada quien y cada grupo defiende sus intereses. Por eso, me parece tan lógico que los pobres y la baja clase media del país también defiendan los suyos, lo que en su caso pasa por defender lo que a ellos les han ofrecido los gobiernos del PLD, o sea, jornada escolar de tanda extendida, estancias infantiles, ampliación de la cobertura de salud de 38 mil beneficiarios a más de tres millones vía SENASA, la nueva infraestructura nacional, la estabilidad macroeconómica mantenida, más el enriquecimiento geométrico de los empresarios dominicanos lo que evidencian los autos, helicópteros, las villas, y los apartamentos en Florida o New York… ¡Y qué bueno! Al fin, la mezquindad no es lo mío.
ASUNTO DE CONFIANZA.- Los intereses de esos pobres y de la baja clase media pasan por el buen manejo de una economía cuyo problema fundamental bajo las administraciones peledeístas ha sido que el alto crecimiento no se corresponde con el ritmo de disminución de la pobreza. Para colmo de males, la última vez que gobernó la oposición, en un solo año más de un millón de dominicanos pasó a ser pobre y el país estuvo al borde, no de un ataque de nervios, sino del default, de ser declarado en quiebra. Entonces, ante el buen Momentum político que el destape Odebrecht representa para ella, ante el lógico desgaste que 16 años de gobierno provocan, más la guerra interna del PLD, la oposición tiene ahora la oportunidad de convencer, no a esa parte de la clase media que ya tiene a su favor, sino a la mayoría de los votantes de que un posible gobierno suyo NO pondría en peligro los beneficios sociales y económicos alcanzados durante los gobiernos del PLD. Asunto de ganar la confianza del otro para poder representarlo.
EL DESAFIO.- Queda aquí planteado el desafío de los adversarios al PLD: No basta con criticar, hay que proponer, acompañar al pueblo y ganar su confianza a través de tener y HABER TENIDO un comportamiento ético y de buenos ejemplos, y al PLD de 1973 a 1990 me remito. Y es que gracias al genio político de JUAN BOSCH, el PLD logró convencer a gran parte del electorado nacional de que ese partido y sus miembros sí eran honestos ante la corrupción sempiterna de nuestra clase político-empresarial de entonces, y de que era un partido organizado, disciplinado y capacitado para gobernar. Fue por todo esto que cuando en 1990 -alocado el PRD como ahora está el PLD- al partido morado le llegó la oportunidad de gobernar, los hijos de Bosch la aprovecharon, y llegó 1996, el PLD quería ganar y Balaguer quería que perdiera el PRD, hubo un Frente y lo demás es historia. Cuando al PLD le llegaron las musas del Poder, (la oportunidad), ellas le encontraron trabajando y listos para la faena.
“ENTONCES, LAS PALABRAS NO SIRVEN”.- La lucha contra corrupción y la impunidad a través de mensajes indignados, tuis enfurecidos, marchas en verde, firmas de amor, llamadas a la radio, o karaokes en iglesias o colmadones, es correcta, deber continuar y ser apoyada por todo ciudadano preocupado por el deterioro ético de la sociedad dominicana TODA, pero la oposición debe entender que esas iniciativas (propias o ajenas) por sí solas no bastan, porque además de hablar se trata de convencer a los votantes de que un hipotético gobierno suyo no pondría en peligro lo que ellos han logrado en los últimos años. No sólo los ricos y la clase media, los consejos nacionales, las asociaciones y ilustres colegios, también los pobres tienen derecho a defender sus intereses.